La provincia de Alicante preserva su liderazgo en el área del turismo residencial en España y se ubica a enorme distancia de sus participantes, según los datos del primer semestre del año facilitados por la Agrupación Provincial de Promotores Inmobiliarios (Provia), que recientemente se juntó con el mandatario de la Generalitat, Ximo Puig, para abordar el valor de esta actividad en la Sociedad Valenciana y sugerir la preparación de un Libro Blanco para su desarrollo.
Los datos de Provia, extraídos del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) que corresponden al primer semestre de 2022, resultan muy claros: la Costa Blanca acapara el 40% de las ventas de casas a extranjeros, frente al 24% de la Costa del Sol, primordial competidora en este segmento del sector inmobiliario. Empero además, el litoral de la provincia de Alicante acumula más ventas que sus otros participantes directos -Costa de Valencia, Costa Cálida, Costa Brava y Baleares-, que acapararon el 36% de las ventas en el primer semestre del año.
Estas cifras sirvieron a los representantes de Provia para describir al mandatario de la Generalitat el valor del sector del turismo residencial en la Sociedad Valenciana, como "motor económico que puede dar por sentado un acicate contra el efecto negativo de la de hoy coyuntura económica, que ha vuelto a superar al resto de provincias del Mediterráneo", de acuerdo con la citada organización.
Las organizaciones inmobiliarias de la provincia de Alicante hicieron un llamamiento a Puig para que aumente la atención de la gestión hacia esta actividad económica, una industria con enorme potencial de construcción de trabajo y de carácter estratégico. Provia supone que el turismo residencial debería recibir una atención particular dentro del área de turismo gubernamental regional, debido a que es preeminente al hospedaje hotelero referente a número de pernoctaciones y costes por turista.
Según Provia, el turismo residencial tiene un enorme potencial para atraer turistas y generar trabajo. De esta forma, además del volumen de comercio que crea por sí mismo y de ser motor de otras ocupaciones económicas, el turismo residencial tiene una enorme capacidad para crear ingresos públicos para las administraciones por medio de los impuestos, en especial los procedentes del mercado exterior.