55.000 agentes inmobiliarios en alerta. España cuelga un cartel de "agotado". El sector inmobiliario atraviesa un momento complicado, y no por escasez de compradores, como ocurrió tras la crisis financiera de 2008. Todo lo contrario. Independientemente de que sea consecuencia de la pandemia o no, el sector atraviesa un período de recuperación que, sin embargo, puede terminar en su exitoso colapso. Nueve años consecutivos de crecimiento significaron que la tierra española se había vendido casi en su totalidad. ¿Qué queda por ahora?
La alta inflación y el aumento del costo de vida han golpeado fuertemente las ventas de viviendas. La oferta ha disminuido y las propiedades actualmente disponibles se venden a precios que no se han visto en una década. Los agentes inmobiliarios buscan propiedades por todo el país, superando incluso el ratio de ventas habitual. Y si los alquileres pueden ser un plan B, también se acercan a un máximo histórico: la situación también está empeorando para los residentes cuando se trata de encontrar alquileres mucho más baratos. ¿Cuál es el futuro de este sector a corto plazo?
Históricamente, o al menos desde finales de la década de 1960, los negocios de construcción e inmobiliarios han representado una parte importante del PIB de España: del 15% en 2017 al 19,2% en 2008, según datos oficiales. El sector de la construcción e inmobiliario ya representa el 17% del PIB, según Eurostat, lo que sitúa a España por delante de otros países de la Unión Europea, donde las cifras oscilan entre el 7% y el 12%.
Según Atlas, el precio medio de la vivienda en España se mantendrá prácticamente sin cambios, pasando de 1.706 euros el metro cuadrado a 1.691 euros en 2023. Mientras tanto, la obra nueva seguirá aumentando. El precio de una primera vivienda es actualmente el más alto de España, con más de 2.000 euros el metro cuadrado, según el Registro de la Propiedad.
¿Cómo será el futuro de la vivienda en 2023? Por ahora, la incertidumbre es la respuesta.