Los ricos además comparten vivienda

Los ricos además comparten vivienda

Compartir se está poniendo cada vez bastante más de moda. Forzosamente, se debe adicionar.

Con una inflación que cabalga en España por arriba del 10% y unos sueldos que ni de lejos permanecen respondiendo a esta subida, al consumidor no le está quedando más remedio que echar cuentas y tratar de dividir el gasto entre diversos.

Ejemplificando, con el costo de la gasolina rondando los 2 euros por litro ya hace dos meses (y aquello que el barril de Brent, el índice de alusión, hace ya tiempo que dejó sus máximos históricos de marzo y junio), viajar en automóvil sin presentarse al carsharing, o sea, sin buscar acompañantes con los que distribuir la gasolina, es casi una temeridad.

Esto, por no dialogar de otros sectores como el inmobiliario.

Con un sueldo mínimo interprofesional (SMI) que en España supera por poco los 1.000 euros y unos alquileres que en monumentales metrópolis como Madrid o Barcelona se van holgadamente y con mucha frecuencia por arriba de los 600 y los 700 euros, para una persona chico que accede a sus primeros salarios es imposible independizarse.

Por lo menos, lo es si se desea respetar lo cual recomiendan los economistas: que el inquilinato no suponga más del 30% de las ganancias. ¿La solución? Al igual que con el carro, compartir.

A tal punto está llegando la tendencia que ha derivado en el cohousing, una forma de comprender la copropiedad inmobiliaria en la que quienes son parte del conjunto componen una cooperativa que no solo comparte vivienda, sino además una secuencia de valores alrededor de una economía más sustentable.

En todo lo mencionado andaba pensando hace algo bastante más de un año Carlos Gómez, un empresario con vivencia en el mercado inmobiliario que buscaba poner en funcionamiento su próximo comercio tras vender Rento, una inmobiliaria tecnológica.

Junto con sus aliados, Carlos Floria e Iván Rodríguez, estudió detenidamente el mercado.

Rápido, se brindaron cuenta de que el covid-19 ha disparado el anhelo de tener una segunda casa de vacaciones y que lo ha hecho en especial entre un perfil de comprador que perfectamente serían cualquier persona de ellos: personas de unos 40 años con un óptimo capital ahorrado y que buscan buenos destinos para pasar sus vacaciones en familia.

El problema, el de continuamente: la inviabilidad de ofrecer el salto al siguiente grado del mercado inmobiliario, y menos en este entorno. ¿La solución? La de toda la vida: compartir.

"Hicimos un estudio en hondura y nos hemos proporcionado cuenta de que estábamos frente a una posibilidad gran. En EEUU ya hay alguna inmobiliaria que se dedica a esto [Pacaso, recientemente llegada a Marbella], y en el continente Europeo el mercado de la segunda casa se cree en unos 5.000 billones de euros", explica Gómez a Business Insider España.

Con la iniciativa de aprovechar este ingente mercado surgió Vivla, una agencia inmobiliaria especializada en la copropiedad de segundas casas vacaciones de lujo.

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