Aunque sus áticos de lujo sea lo cual más llame la atención –en primera instancia– de este análisis, lo cierto es que Molins Design es muchísimo más que habitaciones de ensueño y acabados cinematográficos. Evolución natural de un comercio familiar enfocado a la tapicería, este despacho con base en Barcelona y Madrid, y fundado por Toni y Joan Molins, ha crecido hasta transformarse en un sello de calidad para los amantes de la elegancia y los ambientes refinados. Ya que pese a su carácter camaleónico y su capacidad para amoldarse, con optimismo, a las necesidades de cualquier persona, lo cierto es que Molins preserva la rúbrica propia de los interioristas de escuela.
Con una trayectoria de bastante más de 40 años en la zona de la arquitectura y el diseño de interiores, así como en el diseño de muebles originales y a medida, la expresión de su savoir faire se deja ver en proyectos como la cantina El Pibe Poblenou de Barcelona, el laboratorio de materiales de la marca Jòdul Lab o la casa Guils del valle de la Cerdaña. Sin embargo además, y como no podía ser de otra forma, en sus asombrosos áticos de lujo que bastante más de un suspiro despiertan entre los usuales de sus redes sociales y vídeos de Youtube.
“Enfrentamos cada plan como una posibilidad para ser creativos”, nos dice Toni, “pero además prácticos”, incorpora. Con cada casa intervenida, lo más relevante “es aprender el jefe de comportamiento de su futuro inquilino. ¿Qué va a hacer? ¿Qué va a usar?”, muestra Bernat Marcillas, director creativo y de proyectos. de esta forma lo hicieron en el ático Bilov, un increíble dúplex afincado en el complejo de 4 inmuebles Illa del Océano ubicado en el barrio de San Martí, Barcelona. Cercano a otros edificio como el Hotel Hilton Diagonal Océano, hablamos de un inmueble que sigue el planteamiento de los condominios latinoamericanos en los cuales se comparten ciertas regiones usuales. “Tiene un poco aquel viento a los edificio de Hong Kong. Es otra forma de comprender la metrópoli, un estilo que no se ve tanto en lo demás de Barcelona y que es bastante apreciado por el público extranjero".
Sin llegar a superar los 100 metros cuadrados, el apartamento, que funciona como una residencia de paso, tiene 2 terrazas y una pequeña piscina privada. “Es como vivir en un mirador justo al lado del océano. Algo que, paradójicamente, no se estila justamente en Barcelona”. Su propietaria, procedente del norte del continente Europeo, tiene numerosas características por el planeta, “por lo cual este piso está a medio camino entre la inversión y el ocio”, cuenta Bernat. Un equilibrio difícil de medir que ha resultado en un plan de paredes blancas y acabados brillantes.
La singularidad venía dada por la articulación del doble espacio por medio de una escalera de una sola tirada que invadía por completo el salón. “Nos contactó la inmobiliaria para ver cómo podíamos solucionarlo y finalmente nos acabamos realizando cargo de todo el proyecto”. Tras remover la escalera y sustituirla por una de caracol, muchísimo más neutra y menos invasiva, reconstruyeron el plano, dejando en la planta preeminente la suite primordial.
Además de las poderosas vistas que abrazan el mediterráneo, pudimos encontrar pequeños detalles, como el porcelánico de la suite que recrea las maneras que deja el agua en la arena o el guiño al Trencadís de Gaudí en el baño de invitados, capaces de romper dicha base tan museística. “Escogimos una paleta sutilmente aséptica para que el prota fuera el exterior. En estas plantas tan altas tienes mucha presencia del cielo, tanto de día como de noche, por lo cual cogimos aquello como base para todo lo demás”.